lunes, 21 de noviembre de 2016

El relato

La habitacion parecía venirse sobre mi, no podía respirar, el corazón parecía salirse de mi pecho y la cien me palpitaba, me moría de nervios.

Intentaba agudizar mis sentidos para escuchar los ruidos en el exterior pero no podía percibir nada, el silencio era ensordecedor e insoportable, me mataba la impaciencia.

De repente sentí unas pisadas en el corredor, mi corazón empezó a latir más fuerte y algunas gotas de sudor cayeron por mi espalda desnuda, todo mi cuerpo se puso tenso e inevitablemente mis piernas temblaban.

En el instante en el que giró el pomo de la puerta, mi corazón se detuvo y el mundo pareció estar en cámara lenta, éramos sólo los dos en medio de esa habitación, la hora había llegado, no había marcha atrás.

Se acercó a mí y sentí su respiración en mi cuello, era fuerte y parecía agitada, acarició mi brazo con la yema de sus dedos y de pronto agarró mi cabeza y me besó.

El beso me aturdio un poco y note sus manos sobre las mías mientras me ataba, sus movimientos eran ágiles y delicados a la vez, cuando pude darme cuenta ya no podía mover manos y pies, me había atado en un abrir y cerrar de ojos.

Sólo abrió su boca para recordarme la palabra de seguridad y empezó a trabajar, pude oir el sonido de las cadenas y los demás instrumentos, hizo que el látigo diera un chasquido y soltó el primer azote casi rozandome el muslo, pero no llego a tocarme.

No se cuanto tiempo transcurrió, era la tercera ronda de azotes, cada una constaba de 15 azotes, un descanso para las caricias y para tomar un poco de agua, y reiniciaba cada vez con un instrumento diferente, látigo, fusta y ahora paddle, al contrario de otras sesiones en esta la intensidad en vez de aumentar iba disminuyendo, me pareció algo extraño pero no dije nada, después descubriría el motivo.

Se detuvo y me ordeno dar unos pasos hacia la derecha, subir un escalon y sentí una puerta correrse, me iba a hacer entrar en la ducha, me prepare para una ducha de agua helada, pero me sorprendi gratamente cuando el agua tibia corrió por mi espalda y escurrió por mis pies, empezaba a relajarme y de pronto un témpano de hielo cayo sobre mí, quise apartarme pero me empujo más dentro y todo el poder del agua fría cayo en mi cabeza y me estremecio todos los poros de la piel, empezaba a temblar de frio y en un instante senti que me quemaba, había cambiado ahora por agua hirviendo y no podía soportarlo, cuando estaba a punto de pronunciar mi palabra de seguridad, el agua caliente dejo de caer y un bálsamo de agua a temperatura ambiente me refrescó y al fin me sacó de la ducha.

Me seco un poco con una toalla y me tiro sobre la cama, dijo que haríamos una pausa de 10 minutos, me pregunto si quería ir al baño o tenia sed, sólo pedi un poco de agua y nada más, me sentía bien.

Contaba en mi mente y habían pasado ya 7 minutos, 12 segundos, yo seguia en la cama sin percibir ningún sonido, empezaba a sentir nervios por lo que sucedería de ahí en adelante.

Tenia una sensación que me hacía perder los estribos, lo estaba deseando, queria más. A pesar de los nervios, me excitaba mucho más pensar para qué estaba preparándome.

De pronto apareció de la nada y con voz fuerte me ordenó que me levantará y diera dos pasos al frente sin abrir los ojos, obedecí enseguida, se acercó a mi y me vendo los ojos con lo que parecía ser un pañuelo de satin y me desató los pies y las manos.

Con un dedo recorrió mi cuello hasta el pezón derecho, lo pellizco y se puso duro por el contacto, sentí su aliento cerca a mi pecho y como metia un pezón en su boca y comenzaba a lamerlo. Poco después lo mordía lentamente, arrastraba su dedo hasta el pezón izquierdo y repetía la operación, recorriendo cada centímetro de mi piel con suavidad, tranquilidad y firmeza.

Me tomó por el cuello y me guió unos pasos hasta llegar al borde de la cama, me ordenó que subiera a ella y me acostará boca arriba con las piernas abiertas y flexionadas, los brazos sobre la cabeza.

Escuché como abría alguna puerta de lo que parecía un armario, tomaba algo y la volvía a cerrar. Al momento estaba junto a mí en la cama y ponía una pinza en cada uno de mis pezones.

Me encanta el dolor que provocan las pinzas ahí y por eso no pude evitar dar un pequeño grito de dolor mezclado con placer.

Se aparto de mí para tomar algo y regresó rápidamente. Era lubricante, lo supe cuando empezo a tocarme al rededor del ano con un dedo que entraba fácilmente, y al momento probó con dos y fue aumentando.

Sus dedos entraban y salían de mi con firmeza. Me dolía un poco, podia sentir como se abría pero estaba tan caliente que gemía por el dolor y placer que me estaba dando.

Y de repente, quitó la venda de mis ojos.

Me miraba fijamente a los labios y los devoró con ansías, podía notar el deseo en su beso, tenia hambre de mí como si fuera un animal que saborea a su presa.


Me pidió que me pusiera a 4 patas, lo hice y me apoyé en los codos y las rodillas, como aún seguía con las pinzas en los pezones cada vez estaban más sensibles y ahora se rozaban un poco con las sábanas y con cada roce me dolían aún más.


Me gire y pude ver que tomaba un plug mediano, cerré los ojos un momento esperando que me lo pusiera para dilatarme y de repente sentí un azote fuerte, no me lo esperaba, me sorprendió y me quejé, me dijo que era sólo la consecuencia de haberme girado para ver lo que estaba haciendo,  que si no confiaba en lo que hacía podía levantarme e irme.


Con la voz más segura y firme que pude sacar de mi interior le dije "Confío plenamente en usted, haga de mi según su voluntad".


Me dejó ahi un rato y sólo se sentó a observarme, empezaron a temblarme las piernas, me incomodaban demasiado las pinzas en los pezones y las rodillas empezaban a fallarme, no aguante más y me deje caer, supe que obtendría un castigo por eso, pero no aguantaba más. 


Voltee a ver y pareció no importarle, no movía ni un músculo, tan sólo le daba vueltas al plug que tenía en su mano. 

Me senté en la cama para mirarle, me devolvió la mirada y me hizo un gesto para que me acercará.


Me miró y levantó las manos para tomar las pinzas, tomó las dos a la vez y me las quito de un tirón. 

Me doble un poco por el dolor e intenté acariciarlos pero me lo impidió, me ordenó ir a la ducha y dejar que el agua calmara mi dolor.


Bajo el agua miles de pensamientos se cruzaban por mi mente, sentía una gran confusión y por mi instinto curioso deseaba saber que había ocurrido.  Salí de la ducha, me seque y fui a su encuentro. 


Estaba en el mismo lugar, me senté en frente y en ese momento me dio una de las enseñanzas más grandes que he tenido en mi camino desde que práctico el BDSM.


"Imagino querrás saber lo que sucedió,  te lo voy a explicar y confío en qué lo comprenderás. 

Cuando empezamos esta relación acordamos que yo cumpliría un papel y tú otro, yo estaría dominando la situación y tu te someterias a mis designios, las reglas fueron claras, los pilares básicos de esta relación serían el respeto, la honestidad y la confianza,  y hoy fallaste en uno de ellos. 

No confiaste en mi cuando volteaste a ver lo que hacía,  sé que no es fácil estar de ese lado y no saber lo que sucederá y que al ser un alma curiosa deseas conocer todo lo que sucede a tu alrededor, pero cuando te pusiste en mis manos lo hiciste porque confiabas en que yo siempre buscaría lo mejor para ti,  confiaste en que no te haría daño y de eso ya han pasado meses y consideró que he cumplido mi labor a cabalidad, no te he fallado, no he abusado de esa confianza que depositaste en mi y lo que sucedió hoy me hace pensar que quizás estamos haciendo algo mal. 

Por ahora no tengo nada más que decir. 

Piénsalo y nos vemos el lunes a la misma hora de siempre."


Sátiro Demencia/Paulina San Juan

No hay comentarios:

Publicar un comentario