lunes, 30 de septiembre de 2013

Cosificación


Leyendo en la red hace unos días sobre quejas y denuncias en contra de un blog Maledom, me surgió cierta duda en cuanto a que tanto se considera la cosificación abuso o vejación contra la mujer (según las criticas feministas) en BDSM y que tanto conocemos  sobre este término ahora polémico.

Eso fue lo que pensé después de leer como se denunciaba y solicitaba apoyo para eliminar el blog donde se "invita a la agresividad y maltrato a la mujer por un grupo de enfermos sexuales".

En la actualidad se utiliza mucho hablar de la cosificación de las mujeres, a quienes se las toma como un objeto destinado a la satisfacción de los deseos sexuales masculinos, exigiendo que estén delgadas aún a costa de su salud, que se muestren con ropas sugestivas, que deban practicarse tratamientos y hasta cirugías para mejorar su aspecto físico, que se expongan a la mirada pública con poca o ninguna vestimenta.

Se las aprecia en cuanto tienen un físico exuberante, se mueven con gracia, muestran de modo atrevido sus atributos estéticos; pero no se las considera a la hora de pedirles opiniones; como si no fueran más que caras y cuerpos bonitos, vacíos de espíritu e intelectualidad.

Dialéctica De La Cosificación

Con esta expresión Sartre se refiere a la forma inevitablemente conflictiva de relacionarse las personas. El trato con los demás es siempre un conflicto entre libertades, un enfrentamiento en el que se busca cosificar a los demás y evitar ser cosificado por ellos.

Ya se ha dicho que la categoría humana fundamental es la de la libertad. Lo que nos hace personas es nuestra capacidad y necesidad para construirnos a nosotros mismos en función de nuestros proyectos. Esta dimensión es también lo que nos hace sujetos, no meras cosas. Las cosas no tienen subjetividad, ni voluntad, ni metas, ni están abiertas al futuro, las personas sí. Pero el hombre necesita del otro para su propia realización y para el reconocimiento de sí mismo; no es posible la vida humana solitaria. En este punto se plantea una cuestión fundamental: ¿es posible tratar al otro como a un sujeto, como un ser que tiene sus propios proyectos, como un ser libre?

El conflicto de las libertades puede tomar muchas formas pero se desenvuelve en dos actitudes principales: o bien uno se esfuerza en reducir al otro al estado de objeto para afirmarse como libertad, o bien uno asume su ser objeto, se convierte libremente en cosa delante de otro para captar su libertad, para reconocerle como sujeto:

1. Intento de relacionarse con el otro reconociendo en él su libertad, su subjetividad: conduce inevitablemente a tratarnos a nosotros mismos como objetos, como seres no libres; las tres expresiones de esta actitud son el amor, el lenguaje (entendido como toda forma de expresión, no sólo como palabra articulada) y el masoquismo Pero las tres fracasan pues aunque consiguen el reconocimiento del otro en su poder, en su subjetividad y libertad, anulan nuestra libertad y subjetividad, hecho que siempre despertará nuestra rebelión pues jamás podemos prescindir de nuestra libertad.

2. Intento de afirmar la propia libertad, la propia subjetividad: lleva a tratar al otro como objeto, como esclavo de nuestra subjetividad. Fracasa porque el otro nunca puede renunciar a su libertad. Sartre describe las conductas de indiferencia, deseo, (particularmente deseo sexual), sadismo y odio, como ejemplos de esta actitud.  

En su conferencia Sartre rechaza varios malentendidos a los que dio lugar su filosofía. El hombre posee una dimensión social, no es un ser aislado. En la conferencia antes citada la importancia de lo social, del “otro”, se presenta desde distintas perspectivas:

En primer lugar porque toda elección debe contar con el otro; cuando elijo un valor, este valor se presenta con carácter universal, no puedo decir que valga solo para mí, aspira a la universalidad, de ahí que siempre nos podamos preguntar ¿y si todo el mundo hiciese lo mismo que lo que yo quiero hacer con mi elección?; al elegir un valor nos hacemos legisladores universales. Toda elección compromete a la humanidad entera, somos responsables de nosotros y de todos los hombres;

En la conferencia se dice también que el cogito individual sólo tiene una noticia de sí mismo en la medida en que el otro le capta, le valora, le estima o detesta. Siempre contamos con el otro: necesitamos de los demás, de sus juicios, complicidades y rechazos para ser conscientes de la totalidad de nuestras dimensiones, para ser de un modo u otro.

Pero esta idea de que necesitamos al otro para conformar nuestra propia identidad la desarrolla de un modo más exhaustivo en su obra “El ser y la nada”. Sus conclusiones son muy pesimistas: las relaciones con el otro son siempre de conflicto o bien yo intentaré apropiarme de la libertad del otro o bien el otro querrá hacer lo propio con mi libertad.

Sartre llama la mirada: cuando el otro nos mira captamos en él no a un objeto, no a un objeto del que nada podamos temer o que pueda ser utilizado por nosotros sin consecuencias, captamos que tras su mirada se encuentra una subjetividad. Hay un protagonista del mirar, un ser del que se pueden esperar cosas (complicidad, solidaridad, placer, comprensión, enfrentamiento, obstáculos para nuestros fines...). La mirada del otro nos hace conscientes de nosotros mismos pues el otro nos objetiva, por esto trae consigo los sentimientos de miedo, vergüenza y orgullo: miedo ante la posibilidad de ser instrumentalizados por el otro, vergüenza de hacer manifiesto nuestro ser, orgullo al captarnos a nosotros mismos como sujetos.

La mirada tiene dos dimensiones: el otro me puede mirar, pero yo le puedo mirar. Surge así la dialéctica de las libertades, la lucha y el conflicto. Ante la presencia del otro caben dos actitudes: o bien nos afirmamos como sujetos y en esa afirmación nos apropiamos de la libertad del otro y cosificamos su ser, o bien intentamos captar al otro en su libertad, en su ser sujeto, pero a costa de perder nuestra libertad y  convertirnos en meros objetos. Sartre pone como ejemplos de conductas del segundo tipo el amor, el lenguaje y el masoquismo y como ejemplos del primer tipo la indiferencia, el deseo, el sadismo y el odio De cualquiera de las dos maneras la relación entre las subjetividades será siempre conflictiva, será una lucha entre libertades. De aquí su pesimista conclusión “el infierno son los otros”.

En BDSM, tenemos un primer nivel de cosificación, simbólico y propio de toda relación D/s, el sumiso termina tornándose la propiedad del Dominante, el sumiso deja de ser para sí, pasa a ser para Él, indistintamente de los sentimientos mutuos, cabe mencionar que todo esto opera a nivel simbólico, no hay apropiación involuntaria, el otro se cosifica ante alguien que desea, cede el control porque le es placentero.

En la cosificación no hay quejas, palabras, pensamientos, tan solo un objeto pasible de ser utilizado, un mueble, una herramienta de placer y confort, algo que nos pertenece y es invariable, que tan solo puede ser quitado por la fuerza o el descuido.
El intercambio de poder es, en sí, una forma de cosificar al otro.

El Dom disfruta de su sumiso hecho cosa, disfruta de la expectación y juega con el, no lo emplea inmediatamente, espera a que la frustración inunde la mente del sumiso, para en el limite.

"Todo el mundo sabe que una mujer es algo más que una vagina, un culo o un par de tetas. Sin embargo es imposible negar que lo que más nos interesa de las mujeres son aquellos atributos”.

Cada cual echa mano de su cerebro para representarse al otro, el hombre se representa a la mujer como fetiche y la mujer se representa al hombre como héroe romántico.

Como todos sabemos, los seres que podemos hallar en el mundo se dividen en animados y en inanimados; siendo estos últimos caracterizados por ser inertes, y carecer de sensibilidad.

Lo cierto es que cosificar es transformar algo con vida en algo inanimado, un sujeto o individuo vivo en una cosa, un objeto. De manera que cosificar es un modo de funcionamiento del cerebro, aquel que descompone una totalidad y lo fragmenta en pequeños trozos a fin de poderlos entender, visualizar o estudiar mejor. Cosificar es reducir en partes mas simples. Cosificar es equivalente a lo que entendemos como fetichismo: la sustitución del todo por una parte, algo que se encuentra en la esencia de la entrega del ser. ®

Sátiro Demencia