martes, 16 de febrero de 2016

Ego

Llevo toda la noche dando vueltas a la posibilidad de escribir sobre el ego, porque es un término que últimamente se ha puesto de moda como arma arrojadiza. En la política, en los medios, en el trabajo, en la comunidad BDSMera... Hasta ahí nada que objetar, que cada uno es muy libre de ser como le venga en gana, y ya somos todos mayorcitos para afrontar la ley del boomerang: todo lo que haces/dices/piensas te vendrá de vuelta (y multiplicado).

Me animo a escribir sobre esto superando el asco y urticaria que me dan los ególatras, más cuando son amitos creídos que piensan que pueden hacer y deshacer a su antojo lo que pasa a su alrededor.

No es lo mismo ego, que autoestima.

Empecemos por el principio: las definiciones.

Ego: que siente veneración por sí mismo y espera esa veneración de los demás.

Autoestima: consideración, aprecio o valoración de uno mismo.

Repasemos: ego es lo que pensamos que piensan los demás sobre nosotros. La autoestima es simplemente lo que pensamos sobre nosotros mismos. Se puede tener mucho ego, pero muy baja autoestima.

Por lo tanto, una persona con buena autoestima no depende del ego o aprobación y de los demás para sentirse seguro defender sus ideas o posturas.

Pero como reconocer al amito ególatra?

Se caracteriza por presentar un patrón generalizado de grandiosidad, en el que existe una necesidad de admiración y cero empatía con el resto de las personas. Se trata de un problema que afecta a una persona a nivel individual pero también social, ya que las relaciones que se establecen con otras personas vienen condicionadas por esta egolatría exagerada o narcisismo.

Los ególatras se comportan siempre de la misma manera, son autovalorados por su propia imagen de "machos alfa"

¿Qué caracteriza al ególatra?

1. Las cosas o se realizan a su manera o no se realizan. Equiparan el compromiso con la pérdida.
2. Las personas egocéntricas sienten que deben ser el centro de atención para validarse a sí mismas.
3. Descuidan las necesidades de los que los rodean y piensan solamente en términos de lo que los favorece.
4. Necesita recibir halagos constantemente. Intentan cubrir así su baja autoestima. A diferencia de una persona con buena autoestima, alguien con ego desmedido necesita la aclamación de los demás para mejorar su propia imagen subdesarrollada en secreto.
5. Están solos. Las personas demandantes y narcicistas sólo consiguen que las demás se alejen por agotamiento y desgaste emocional.
6. Creen que el éxito de los demás implica su fracaso. Estos individuos se sienten mejor cuando la gente a su alrededor logra y gana menos. Con frecuencia intentan "colgarse las medallas" de éxitos ajenos.
7. Les gusta "debilitar" a los otros. Pretenden asegurarse así  de que los demás no lo superen en los negocios o la vida en general, por lo que están constantemente a la defensiva.
8. Suelen actuar como un "espejo", intentando proyectar en los demás sus propias carencias (ego incluído).

Es despota crítico inapelable; usa y abusa de los demás (lógicamente si es que los demás se lo permiten); antojadizo; inconstante; le gusta ostentar el poder que tiene sobre los demás y si posee dinero, alardeará exhibiendo sus nuevas adquisiciones.

Sus enojos, sobreactuados, fingidos; casi siempre terminan con una abrupta salida de la discusión, dejando a los demás con las palabras en la boca.

Ningún mortal está a su altura para mantener una discusión. Obviamente no soporta que le lleven la contraria; así queda expuesta su costumbre de antojadizo o caprichoso; en cierta forma también queda al descubierto que el amito ególatra es como un niño grande. Nunca ha crecido o, por mejor decirlo, no ha podido completar su crecimiento o, mejor aún, ha crecido dentro de su propia egolatría.


El amito ególatra es magnánimo a la hora de dar, pero exigirá que se le restituya mucho más que lo que ha dado; espera de sus beneficiados la lealtad y subordinación que recuerdan a la esclavitud.


Y la gran pregunta: ¿tiene solución?

Manejar o controlar el ego no es tarea fácil ni sencilla; en el ególatra, la cosa se ha salido de control. Es justamente en el ególatra en donde puede advertirse, clara e inobjetablemente, el poder destructivo del ego, no solo hacia los demás, también hacia sí mismo.

Claro queda que el amito ególatra sufre una enfermedad severa y que tenerlo cerca es un problema de difícil solución (sólo se me ocurre poner tantos kms de distancia como kilómetros tenga su ego).

Asi que, para no dañar sensibilidades, mejor no jugar a insultar, simplemente poner un alto a toda relación con estos amitos y no caer en sus jueguitos. ®

Sátiro Demencia

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