sábado, 30 de marzo de 2019

Superficial


“Mi aura invisible me precede, me rodea e ilumina cada fibra de mi esencia Dominante y casi nadie está preparado para observar de cerca lo que eso conlleva. Pocas son las elegidas que pueden mirar en mis ojos y no quemarse las retinas sin darse cuenta más tarde que son incapaces de percibir en toda su extensión lo que significa ser Dominante y lo que es el BDSM.
Cuando me quito el cinturón se derriten y solo desean una cosa, que me fije en ellas, que las haga únicas, porque sin saberlo, ellas se someten, eso sí, hay que endulzar un poco esto de azotar y estrangular, porque se ponen mimosas y tampoco hay que ir haciendo sangre porque sí. Un usted por aquí, un Señor por allá, entonces un par de lecciones y frases ampulosas donde dejo constancia de que mi Doma es la más valiosa del mercado.
Soy una Sumisa de altas expectativas con especialidad en todo lo que hago, única y diferente, como yo no hay dos, venida desde los más altos linajes, rodeada de libertinos y seres casi mitológicos que con el don de su palabra, dotan de toda verdad en esto del BDSM.
¡Qué sabrán los demás de todo esto que se vive y que no podrán entender como lo hacemos nosotros! Porque nosotros somos los elegidos y solo nosotros podemos hacer de este estilo de vida lo que queramos.”
Más o menos así.
Es posible que la entrada confunda, pero no, es lo que es. Andamos últimamente sumergidos en esto de la profundidad artística, la poesía perpetua del corazón, el conocimiento del arte y el dominio de sus disciplinas mirando de reojo y por encima a aquellos que sorprendentemente no han leído a Bukowski, es tan estúpida la superficialidad como enfangarse en esas turbias aguas de la mezquindad que ofrece la pedantería.
De vez en cuando un poco de superficialidad está bien para relajar tensiones acumuladas.
Esta proliferación de amos y sumisas tiene cosas realmente curiosas. La mayoría de ellos no son ni una cosa ni otra. Estos Dominantes de nueva y no tan nueva generación que sólo desean follar a diestra y siniestra, con este nuevo y petulante BDSM siguen estando en lo más alto del pedestal, peleando con sus armas diferenciadoras.

El BDSM no ha salido a la luz, ahora es la luz a seguir, desdichados aquellos que reniegan de él sabiendo ya que forma parte de cada una de nuestras ensoñaciones, desdichadas ellas que sabiendo que en lo más fogoso de su entrepierna y superfluo de su piel, lo desean, y dejan de lado sus necesidades básicas para hacerse una paja.
Nos falta tanto retirar la venda de los ojos apartarnos de este nuevo mundo, desdeñando a todos y todas las que de una manera o de otra se acercan o sienten la Dominación o sumisión con cierta curiosidad. Intrusos, falsos, moda de nuevos roles sacados de la chistera, sumisas que 5 años atrás se morían por ser pertenencia y ahora todas una Dominas con experiencia creen que tienen voz y voto, Dominantes que creen tener toda la razón, cuando 5 años atrás apenas lograban llegar a una conversación sin poder dejar de usar el puta, perra, zorra, y ahora todos unos energúmenos llenos de batallas ganadas con todas las de la ley. Éstos que a base de citas retóricas de personajes históricos, ven trazos de sadomasoquismo en los dibujos de Tom y Jerry, los que analizan poemas para demostrar que su conocimiento va más allá de lo aprendido entre azote y nudo.
Que cosas tiene esto de las corrientes. Algo que hace un día era desconocido, hoy es masivamente seguido, convenciendo a todo el mundo de que esta novedad es un soplo de aire fresco, una salvaguarda de la cultura. Entonces nosotros nos lo creemos porque somos de los que nos dejamos llevar por lo que los demás dicen. Nada se escapa a la fuerza de esta corriente.
Aquí cada uno hace de su culo un papalote y pretende poner en duda las experiencias de los demás. Resulta que el BDSM está categorizado de manera exquisita y sigue unas pautas absolutamente perfectas y científicas que si no cumples, bueno, pues no eres bdemesero, serás pseudo, wannabe o cualquier otro lindo nombre que deseen donarte.
Cualquiera que se acerque al BDSM, incluso los que lo vivimos o practicamos, tenemos dudas e inquietudes.
Sigamos el esquema de a, b y c, porque en el fondo es todo un abecedario de reglas y comportamientos, que solo sirve de guía de acompañamiento y finalmente destierras al fondo de un cajón por inservible.
Parece, al leer cualquiera de esos textos que nos han dejado quienes de verdad tienen experiencia en esto, que quién ha dedicado tiempo a escribirlos, no sirve ya en esta generación. Porque para tomarse el BDSM en serio, que es muy serio por otra parte, uno mismo se tiene que tomar a chiste ciertas cosas. Y esto no es lo malo. Entiendo que todos estos escritos son una muestra de cómo introducirse en un mundo complejo donde la información, antes escaseaba y ahora sale por cualquier sitio imaginable.
Terminaremos determinando que el mundo se divide en Dominantes y sumisos, algo real en cualquier ámbito pero que en este precisamente no se cumple.
Algunos piensan que tener siete fustas para siete hermanas les da un conocimiento mayor del azote tailandés, porque el peso de cada una, la longitud, la textura y el tacto, así como el sabor de la sangre una vez causado en el meollo azotador, es un claro paradigma de cómo se deben hacer las cosas. Pero no hace falta viajar en el tiempo como en 12 fustas e intentar cambiar el orden mundial del BDSM, cuando en el fondo, mucha fusta y pocas nueces. Las manos se usan poco y dan bastante más gustito. No niego que la fusta encanta, que la vara excita un poco más.
He aquí que, algunos llevan un montón de tiempo en busca de la fusta perdida, ese santo grial del BDSM, la fusta perfecta, aquella, que como Excalibur, otorga un poder a su portador convirtiéndote en un Master del Universo. Pero debemos recordar que la mano que mece la fusta, antes debió practicar sin ella. Por cierto, el clítoris cambia de sabor después de azotarlo con una fusta. Cosas de la naturaleza sabia, el coño se convierte en un postre de degustación.
Esto del placer es un mundo y muy individualizado.
Nos podemos ir metiendo el purismo por el culo, porque como todo en la vida, cuanto más puro, más inmóvil, cuanto más inmóvil menos futuro.
Y esto es prolífico, porque en el fondo como cada uno de nosotros quiere saber la mierda de los demás para comprobar que la nuestra apesta igual o menos que la de los demás, asistiendo por tanto a un aquelarre esperpéntico donde impera el yo sé más que tú, y la bola de nieve de las invenciones empieza a rodar. No podemos sorprendernos cuando rueda tanto y se hace tan grande que personas, completamente desconocidas, se pelean por encumbrarse en ese vaivén desquiciante.
Que hoy en día cualquiera puede autodenominarse Dominante, Amo, Maestro, Tutor, es algo que no nos debe sorprender y mucho menos dejar de tenerlo en cuenta. Decirlo es sencillo, decirlo sin mirar a la cara aún más sencillo. La cosa se complica cuando tienes que demostrarlo. Aquí muchos se caen con todo el equipo, por mucho instrumental que sea capaz de cargar.
Si nos detenemos en aquellos que son capaces de pasar esa criba, ya poco podemos fijarnos en ellos. Se sienten bien, campan a sus anchas y su pecho palomo está a salvo. Pero esto no es verdad. El fiel reflejo de ello son las sumisas que tienen o dicen tener, las tutelas que tienen o dicen tener y los resultados de todas estas, porque a fin de cuentas, tu obra es lo que más puede decir de ti.
Y es entonces cuando nos topamos con sumisas que abiertamente se plantean ponerse perras con otros Dominantes, comprobando si estos son capaces de darles más de lo que su Amo es capaz de hacer y descubren que sí en algunas ocasiones y muchas más terminan llorando por errar con la persona incorrecta.
Erramos, aunque no queramos, no somos infalibles. Podemos poner todo de nuestra parte, la dedicación y el esfuerzo, la pasión y el sentido común y aun así, equivocarnos. Como si de un ataque por sorpresa se tratase, la piel se eriza, no con los actos sino con los pensamientos, los deseos inequívocos de que algo no ha funcionado y aunque intentemos repararlo o quizá buscar el origen de nuestro error, al final el castillo de naipes se derrumba. Jugar a hacer encajes de bolillos, a trapecista sin red por mucha práctica que se tenga no siempre es acertado. Incluso en los momentos más tranquilos, los de mayor paz, el alambre tiembla, el trapecio se balancea con cierto descontrol.
La suerte juega un papel importante, esa suerte de haber tenido la inteligencia de elegir medianamente bien, esa suerte de no haber metido el hocico en un nido de avispas, que atacan sin piedad.
No voy a ser yo el que esté en contra de que cada una explore su sexualidad como mejor le convenga, que bastante tengo yo con lo mío, pero todo esto que cuento es la desvirtualización de algo muy sencillo de comprender y que muchas y muchos se lo toman a cachondeo. Porque al final todo queda en un átame y me tapas los ojos mientras me das un par de cates y yo me arrodillo ante ti porque soy una sumisa que te cagas.
Definitivamente no es un buen BDSM, ahora se ha vuelto tan superficial como el corazón que llevo dentro.
Sátiro Demencia

2 comentarios:

  1. Hola Sátiro, te invito a compartir nuestros blogs en nuestras listas de enlace. Te aviso que ya te estoy siguiendo. Abrazo desde tierras lejanas

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